Navegando en la noche
bajo el intenso frío
una quietud se apodera de mi alma,
y sin embargo, tiemblo.
Las nubes,
primorosos
corceles blancos,
y la perla en el horizonte
se asoma temerosa.
Sobre las olas,
los destellos de estrellas haciendo caminos
para que en mí barca llegue ,
y ver la etérea luz de plata de la perla ,
reflejada en ese mar
donde las ninfas acuáticas,
solo bailan de noche.
Majestuosamente
una brisa nocturna nos envuelve,
y solo el eco de mis suspiros escuchaba.
Aun estando ahí, tal vez perdido
en algún íntimo paraíso de la tierra,
mis palabras brotan poco a poco de mi alma,
para entrevistarme con la luna.
¡Amiga! ¡Cómplice de mis sueños!
consejera de magos, y enamorados,
¡Dime! Vengo a verte desde tierra lejana
¿Puedes concederme días inmemorables de amor en mi vida?
y solo el universo, vio mi regalo,
¡Sí! Y cayeron… destellos plateados.
RAMÓN DE JESUS HERNANDEZ OLIVARES
PAÍS: MÉXICO
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