sábado, 30 de julio de 2016

LOLA








Hacía varios meses que Lola ya no tenía marido ni tampoco trabajo, ella y sus dos hijos pequeños sobrevivían de las rifas que organizaba, el vecindario y los padres de familia de la escuela de sus niños eran sus clientes habituales, sin embargo a últimas fechas ya no vendía números como en un principio, una porque los compradores de siempre empezaban a fastidiarse por no sacar premio alguno y la otra porque varios de sus vecinos y conocidos compraban boletos y no le pagaban, el negocio con estas dificultades no funcionaba bien, esto le llegó a desesperar a tal grado que pensó en cambiar de aires y sobre todo buscar un trabajo que le generará lo suficiente para comer , pagar sus deudas y darles una mejor vida a su prole.
Lola se sabía admirada, no había día en que no llegara a su casa llena de piropos, algunos por ciertos muy subidos de tono, que hacían alusión a su bien torneado cuerpo. Como toda mujer sola y de muníficas carnes era asediada por varios caballeros y otros digamos no tan honorables. Cerca a su casa había una carnicería, cuyo dueño siempre le dejaba sentir sus cumplidos amorosos, pero ella no daba paso a nada, pese a que más de una vez éste la invitó “a dar una vuelta por ahí” siempre lascivo en el respeto y con una mórbida galantería, rematada con lo que parecía ser una sonrisa cínica, al pronunciar eso de “dar una vuelta por ahí”. 
Algunas veces Lola con tal de llevar a casa un poco de carne, “aunque sea para la sopa” como ella lo decía, le permitía a Melchor el carnicero pasarse un poco de la raya, dejándolo que acariciara sus manos mientras galantemente, le cantaba a todo pulmón una bien entonada melodía de José José , claro está que esto sucedía cuando no había clientes a la vista. Solo ella y él trazando lo que parecía ser un eminente encuentro amoroso, pero no, una vez que ella conseguía lo que quería (la carne para la sopa) emprendía como los toreros la graciosa huida, dejando al carnicero con todas las carnes alborotadas. -Canta usted muy bonito pero ya me tengo que ir….se me hace tarde para la escuela… dejé solos a los niños…. 
Estos eran algunos de sus mejores pretextos para salirse con la suya, sin importarle las demandas de su carnicero seductor. 
-Gracias Don Melchor, se lo quedo a deber, me lo apunta por favor le decía sonriente, mientras salía a toda prisa del local contoneando sus exuberantes caderas.

Octubre 2015


José Luis Yepez Sosa
Veracruz, México

sábado, 23 de julio de 2016

TRANVÍA






Por calles y avenidas
veo venir a mi tranvía,
mi amigo el maquinista  sonreía
al ver a los chicos,
que lanzaban piropos de alegría.

Conocí muchas avenidas
aquellas que a la orilla del mar
se decoraba con sombrillas,
enamorados de siempre,
turistas y marinos imponentes.

Recorrer  la avenida principal
en el café “La Parroquia”
los amigos  y mis abuelos
al viento reían.

El pasear en el tranvía
recuerdos de globos de algodón,
“palomitas” y  gelatinas de sabores
de “Don Glotón ”

Cuando el tranvía cerca de casa estaba,
salía corriendo a mi ventana,
saludando a mi amigo maquinista
que reía y tocaba la campana.

Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México
Derechos Reservados

del poemario Musas Prohibidas


sábado, 2 de julio de 2016

INJUSTICIA


 
Hablar de la injusticia
para el hombre rechazado
que sentado
detrás de un escritorio
escribiendo verdades
se encuentra marginado.

Hablar de la injusticia,
la pobreza, el hambre,
no solo la que destruye el cuerpo
si no también :
la que aniquila el alma.

Tengo inquietudes
cuando veo las locuras,
comportamientos,
que el hombre
inquisitivamente
filtra a la sociedad
por todos los medios,
en busca del poder
ése que en vez de ayudar
destruye.

Tengo miedo
de ver al hombre armado
no como los antiguos caballeros
con arcos y fechas
si no con largos fusiles
y negras metralletas.

Siembran pánico y terror
en el hombre que camina
con paso cansado
después de una larga
jornada de trabajo,
y en vez de encontrar
una senda obscura
pero segura
ven en cada esquina
un cuerpo mutilado.

Tengo pánico
cuando al caminar por la calle
pasan junto a mí , grupos
de hombre enmascarados
que escudriñan con miradas
si en la bolsa del mandado
entre peras y manzanas
van granadas “ explosivas”.

Mi ritmo cardiaco acelera
cuando se llevan los hijos
o los nietos a la escuela
veo, o me parece ver
camionetas con vidrios
Polarizados.

Entonces ,
con ímpetu y valor
abordo el coche,
y me tomo un lechero
en el “café”,
sola o en compañía
donde algunos nos conocemos
aunque quisiera
pasar inadvertida.

Por eso camino
y caminaré
pues nada ni nadie
debe amedrentarnos
si somos libres
porque así lo dicta

la Ley….

Maria Luz Olivares Aldana
Veracruz, México