sábado, 18 de junio de 2016

ENCONTRARTE

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Me dijeron que trabajabas en el centro y que te habían visto cerca de la plaza. Salí del trabajo sin medir horario. Subí en mi vehículo y, escuchando radio, me fui para el centro. Estacione en un parking a 8 o 10 cuadras del lugar que pensaba cruzarte. Fui a dejar un electrodoméstico para reparación, esperé mi turno y una vez que fui atendido salí hacia la plaza. A esas cuadras, las interrumpí mirando vidrieras, esperando el semáforo. Mi meta estaba en mi mente, sabía que te cruzaría. No tenía dudas al respecto. En algún momento, por la mañana, recordé nuestras conversaciones. Las cosas que te daban risa. Las actitudes que despertaban tu malestar. Tu peinado, el tono de tu voz y esos gestos que tanto me dominaron. Espontáneos y sorprendentes. Absolutamente femeninos. La tarde era suave y luminosa. No hacía el calor típico que habla de una primavera bien entrada. Los perfumes de un área peatonal, no son de esos que tú gustabas lucir en nuestros encuentros. Ingresé a la plaza por el costado, dónde un antiguo edificio convida a turistas a conocer el pasado, y después de recorrer sus zonas internas bajé por la explanada, ahora sí, frente al centro de la plaza. Miré a la izquierda, la mujer que estaba parada, a la orilla, levantó la vista. Tú no eras. Crucé una antigua calle empedrada para el centro mismo, vi dos personas caminar de manera convergente. Eras Tú acompañada de otra mujercita. Nos miramos y fuimos a tomar una gaseosa.
-¿Trabajas por acá, me dijeron?
-No, mi puesto es cinco cuadras al sur.
La casualidad volcó a mi favor, pensé. Tanto lo esperé y se presentó en absoluta coordinación. Que un semáforo me hubiera dado paso o detenido hubieran roto la casualidad. O que no hubiera otras personas en el   agente reparador o fuera un saludo más, cuando dejaba el trabajo, o.., o..,  y ahora estamos frente a frente. A lo poco de hablar comprendí que soñaba encontrarme con tu corazón y solamente estaban tus ojos.

Héctor Daniel Paz
Argentina

domingo, 12 de junio de 2016

AL AMOR QUE SE MARCHÓ




Ayer al morir la tarde
murió una parte de mí,
al sorprenderme la noche
con la pena de tu ausencia...

Te busqué, grité tu nombre
...Sólo el eco dio respuesta.
Aquel silencio nocturno
se rasgó con mis lamentos,
la luna me vio llorar
divagando en las penumbras…
Y me abrazó con su luz
acompañando mis pasos.
A través de sus destellos
te busqué por mil senderos,
caminé por laberintos
los rincones del olvido,
hasta que mi corazón
aceptó que te habías ido…
Dejando el sabor amargo
de un adiós que no fue dicho
un sueño no realizado
un amor incomprendido…

Las cenizas de mi hoguera
dispersadas por el viento,
las llamas hoy extinguidas
son sólo un vago recuerdo
de tu amor apasionado...
Que se congeló en el tiempo.

Hoy pienso que tus palabras,
fueron viento y tempestad…
Tu amor, sólo flor de un día,
perecedera y  fugaz.
que me impregnó con su aroma
Y murió  en la soledad…



Guadalupe Espinoza Lagunas
Tijuana México



lunes, 6 de junio de 2016

DEDITOS MÁGICOS






Pequeños brincos en el piano
notas saltarinas que invitan al canto,
duérmeme con los arpegios
y trinos en la noche,
que detrás de mi ventana miraré la luna,
y un canario entonará contigo
una canción de cuna.

Dormiré tranquilo,
porque me has besado con tus notas mágicas,
me arropas quedito…
cuando apagas la luz
me susurras palabras bellas,
y sigues cantando mientras duermen las aves
en su jardín del encanto,
y con trinos en el piano
duermes a la luna.


Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México

del poemario "Musas Prohibidas"


jueves, 2 de junio de 2016

ALGUNAS VECES.





Yo escribo algunas cosas
Y otras veces
Algunas cosas 
Se escriben sobre mí,
Algunas veces
Escucho algunas voces
Y otras voces
Algunas veces
Me parece oír,
Nótese
Que aún no logro distinguir
De qué lado sucedo,
Si de la mano a la boca,
De la pluma al oído
O del silencio al papel.
J. Gregorio
Tuxpan, Ver. México
Del la antología Poesía y Cuento, Fragmentos de luna, Destellos.