Marta Díaz
Deán Funes/ Córdoba/ Argentina
Un día aprendió a llorar por los
rincones.
Mezcla de silencio mordiéndose los labios.
De grito negándose a salir.
Ovillaba su cuerpo.
Recogía las alas.
El rocio era gozo.
Era espino.
Abandonó la lluvia
en la retama de la ausencia
y se escapó con ella.
Hay pájaros que saben de naufragios.
Arrullan la noche con su canto.
Son horizonte.
Intemperie.
Soledad de puertas abiertas.
Un día desobedeció las reglas.
Del vórtice del fracaso
rescató sus huesos.
Hay jaulas que se abren desde adentro
y vacíos
que se esconden
entre la multitud.
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