martes, 7 de abril de 2015

CADA MAÑANA






Esta mañana
gotas de lluvia resbalan del cielo,
al caer se rompen
en cristales infinitos.

Siento la no perfección del amanecer
por lo que sucede.

No veo claridad profusa en ti.

No siento calidez del rayo
de sol al despertar.

Afirmo la herida del deseo y
pronuncio la palabra exacta,
despierto tu oído, tu cálido cuerpo;
tan cercano al mío.

Con pereza espero te despiertes
te miras como las violetas por la mañana.

Algo purifica el cielo, para sentirnos claros.

Con la mirada de deseo implícito
que amaneció en la sangre.

Intentaré amarte otro día
como el día de hoy,
amada mía.


Isidoro A. Gómez Montenegro
México





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