Siento
la humedad de tu amor;
huelo
la frescura de tu piel,
amanezco
con la lluvia de tus ojos
y descubro que gota a gota, calle a calle,
tus
penas están hechas para mí;
amaso
con mis manos tus pasiones y
bebo
del vino de tu ser.
Te
he amado desde antes del diluvio;
desde
que la lluvia estaba sólo para Dios,
desde
que la nube era semilla,
cuando
el agua era el néctar de los ángeles.
Ella
te trajo a mí y regó nuestros cuerpos
haciéndolos
germinar con el color del amor;
amo
tu desesperación que me da la calma
y en tus manos reencuentro cada día el milagro de la paz.
Me
sacio con tu ausencia que me dice que existes,
al
imaginarte cada día diferente,
unas
veces un ser etéreo, otras tantas humano;
y le cuento a las hadas de ti, de tus huellas en la arena,
de
tus pasos en el mar;
Lluvia
de amor eterna, sangre de la naturaleza,
color
de Dios y de la vida;
dame
el consuelo del que espera, la tranquilidad
del
que llora, la paciencia del amante;
Levántame
con tu fuerza de trueno y déjame tocar el amor
y hacerlo mío.
CIPRES
VERACRUZ, MÉXICO