Cuando llegue mi hora de partir y
no pueda sentir la indolencia de los abrazos.
Cuando no pueda ver el verde de las planicies
ni oír el canto de los pájaros.
Madre tierra:
quiero apoyar mi cara en tu pecho
que cubras por completo mi cuerpo,
sin ansia inmune que mi ser consume
y me acunes en
tu regazo.
Cuando llegue mi hora
Antes que el musgo cubra mi tumba
regálame tu fresco y húmedo aliento
y el olor del rocío de la mañana.
Deja que las flores crezcan cerca de mi cruz
en un lugar donde vuelen los gorriones
donde el aire huela a jazmines
aunque mis ojos no vean la luz.
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