Aquel
niño…
lo
nacieron en los ´45. Las costumbres
besaban
los mandatos.
No
la durmió
en
cuna de juncos.
Sí.
Despertó algún día
reclamando
abrazos.
Un
devenir de umbrales
cotidianos
mirando
hacia la calle. Un vaciar
de
sueños en futuro
caminaban
las paredes
de
esos años preparando
el
exilio de la infancia. Y
como
el cartílago del cráneo
se
hace hueso así
fueron
madurando los antaños.
No
fue fácil nacerlo con
la
verdad escrita en
los
muros del pasado.
Ver
el colegio rodeado de soldados.
Y…
nadie explico nada.
Las
formas deformadas de las horas.
La
ceguera fingida
de
los viejos postigos de la casa.
El
miedo sostenido entre desbordes.
La
inacción como parte del fracaso.
Nada.
Entre las cosas gratas se
quedaron
sus abuelos. Su viejo
era
su viejo… cada reto era un tango.
Su
vieja siempre cocinaba.
El
jardín de magnolias y jazmines
humeaba
encantos. Aromas victorianos.
Las
imágenes sordas se gritaban
entre
sí como burlándose.
En
un más tarde de los días tempranos
un
paradigma de besos ocultos.
El
estimulo hormonal de los abrazos.
Para
no recordar.
Los
curas del colegio. El rezo
de
los viernes. Su plegaria fascista.
El
morbo en su sotana.
Demasiado
tiempo consumido a
entender
todo y terminar
sin
poder entender nada…
El
pibe aquel buscaba
los
restos esparcidos de su infancia.
Encontraba
los colores distintos
de
los cambios
que
a veces hieren más que el dolor.
Duelen
más que el sufrir…
Osvaldo Pettinicchio. (Daniel Vattimo).
Argentina.
(Derechos Reservados).