Corre
el viento,
sutil
y suave
te
postras en mi mano,
el
revolotear de tus alas se han calmado,
buscas
la paz, y presiento que querrás contarme
tus
secretos.
Dime
pequeña amiga, si el rey Oberón
deslumbra
en sus reinos mágicos,
o
si la luna ya no sonríe en el lago.
Cuéntame
tus viajes por el firmamento
capturando
sueños perdidos,
dime
si descubriste el nombre de tus fantasías
mientras
duermo.
Oh
pequeña, la diosa de la belleza,
te
baño con polvo de estrellas,
te
vistió de sedas, y te enseño a cantar
melodías
para arrullar al caminante
entre
listones de oro y plata.
Dale
al humano tu regazo,
para
que sus sufrimientos
sean
enviados al olvido en una cometa,
enséñale que el amar, sea su más intimo paraíso
que
bese las sienes de flores de sus hijas,
y
de el martillo del trabajo ,
a
sus hijos del campo llamado tierra.
A
sabiendas que es dura tu jornada
no
permitas que la obscuridad eterna
nos
robe el tiempo, arráncale sus horas,
bebe
sus minutos y respira sus segundos.
Contigo
, aprenderé a escuchar los ecos,
Las
carcajadas y compases, del ritmo,
tomaré
del armario mi traje de arlequín rojo y negro,
volveré
a tomarte de las manos y en los
giros
de la danza misma, bailaremos.
Y
tal vez volemos en el tiempo,
escribiremos
cuentos, para que el mortal infante
aplauda
, aplauda , porque creerá en ti y en mí
en
todo momento.
Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México
del poemario "Confesiones al Viento"
0 comments:
Publicar un comentario