Cuando la luz se posa en
tu rostro
el matiz de porcelana
transpira,
en tus sonrosadas mejillas
descansarían
los pétalos que
transfiguran en besos cautivos.
Quedo impávido a tu imagen
y mis manos tiemblan
deseosas,
tocar tu piel,
¡Deseos reprimidos!
Angustia que enloquece.
Cuando la luz se posa en
tu mano
reconozco la fina arena de
perlas compactas,
besaría las comisuras de
tus labios intactas y sagradas
para robarle la gloria de
tu encanto.
Virgen que duerme en mi
memoria
¡Despierta de tu lánguido sueño!
Para darme el soplo de
vida,
y no morir en la agonía de
la sombra.
Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México
Derechos Reservados
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