Caminando entre sauces llorones y el
frescor de sus verdes llevando en mis manos dos rosas amarillas.
Mis pasos eran lentos, pero allí
nomas estaba el puente sobre el rio que ondulaba su vaivén como caricias de
espuma.
Solté las rosas al aire, querían
detenerse dejando su aroma ante mis ojos húmedos, porque con ellas se iba mi
adiós a aquel amor que no pudo ser.
Adiós para siempre, así era la letra
de una voz cercana que sonaba en mi alma como un tango en la noche estrellada,
que titilaba al compás de un adiós.
Los pétalos cayeron como danza en
abrazos en el rugir de las aguas, que se perdían llevando aquel amor a un
rincón de la tristeza.
Blanca Azucena Gavassa
Cinco saltos-Rio Negro-Argentina