domingo, 10 de mayo de 2015

MAMÁ LUZ














































Ayer, desperté exaltado,
tu recuerdo vino a mí,
cerré mis ojos,
para tocar tu mano.

Hoy, en esta habitación
iluminada por la luna,
recuerdos de antaño
sueño entre violetas
aromas de jazmín.

Un ave en el árbol
entona su melodía,
solo una nota mágica
para invitarme a perderme
en vuelos imaginarios.

De mis fotografías, tu imagen
mi mano… temblando,
lloré, estremeciéndose mí pecho
y en el corazón bese tu mano… ¡Te extraño!

Caminar en las penumbras
de la vida incierta,
donde hay sueños y tristezas
iluminas el sendero con polvo dorado,
para vivir extasiado de tu amor
tu entrega de madre.

Si en un rincón lloro desolado,
cubres mi cuerpo con tu abrazo
y tomas mí mano, me das regazo,
besas mi frente y cantas un “Adagio”.

 Si tengo frío, tocas el piano
y con un devoto llamado,
cae la paz en mis manos,
me cubro en un abrazo
y la habitación se obscurece,
¡Te llamo! Acudes sin reparo.

Iluminas mi rostro al tocarme,
cuidas mi sueño
dormiré tranquilo,
hay luz, no tengo miedo.

Y al filo de la madrugada
escucho a lo lejos tu “Adagio de Amor”,
en el árbol anida el ave
cuidando al ”polluelo” de tormentas
de sonidos “redobles” del estruendo trueno.

Abracé mi almohada
amiga de mis secretos,
dormí tranquilo
se fue el miedo al infinito.

Con tu beso en la frente
fantasías y cuentos de antaño
recordé para dormir tranquilo
hay luz, no tengo miedo.


Ramón de Jesús Hernández Olivares
Veracruz, México


del poemario "Musas Prohibidas"

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